Para Calderón el debate que se está llevando a cabo en la Sede del Senado es como si trajera una piedra en el zapato. El resultado hasta ahora ha sido desastroso a tal grado que cada vez que habla al respecto la realidad lo contradice sin misericordia. Midió mal, no cabe duda. Subestimó la fuerza social que generó en su contra. Nisiquiera la gran penetración que ejercen los medios de comunicación incondicionales de radio, televión y prensa escrita han podido revertir la imagen de engaño, abuso de poder y trafico de influencias que envuelve la reforma calderónica, así como otras omisiones y acciones de Gobierno ya conocidas como el caso de los hermanos Bribiesca Shagun, los millones del Chino Chen Li, el conflicto de intereses de Javier Lozano, el caso Mouriño, etc.
Caldeón tiene claro que su propuesta va en contra de México, aunque diga lo contrario. Porque no es un ingnorante. Solo que a final de cuentas su función en el poder, sabemos, está preñada por la sospecha de fraude. En el pecado lleva la penitencia, favor con favor se paga: ahora los que le ayudaron le estan cobrando a precios muy altos haberlo puesto en los Pinos.
Por ello, la consulta ciudadana para Calderón equivaldría como una revocación de mandato. Lástima que no está en la Constitución como tal.
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